jueves, 7 de junio de 2012

Bravo por Sor Margaret

Sor Margaret A. Farley
La señora de la fotografía es una monja que se llama Sor Margaret A. Farley, es una monja perteneciente a la congregación de las Hermanas de la Misericordia y es profesora de ética cristiana en la Yale Divinity School, uno de los departamentos de la Universidad de Yale. Además de todo esto, a partir de ahora, en su brillante currículum, figurará el extraño privilegio de haber cabreado bastante al Papa y a la curia vaticana, y todo por vivir en el mundo real y poner en entredicho los inamovibles preceptos de un catecismo inventado por unos hombres que viven a años luz de lo que es la realidad y complejidad humana. Hombres que lejos de preferir el debate y la confrontación de ideas que lleva a la luz de la razón prefieren la imposición de las ideas de ellos a todo el mundo, tengan o no tengan razón. Ideas que además, lejos de estar asistidas por razón alguna derivan de un supuesto mensaje de Dios, mensaje que, todo hay que decirlo, no recibió ninguno de ellos directamente, así que como poco habría que dudar que otros lo recibiesen anteriormente.

¿Y qué hizo la buena de sor Margaret para cabrear de este modo al Papa y a la curia? pues nada del otro mundo, escribió un libro (al Vaticano, de siempre, no le gustan demasiado los libros que contradicen sus dogmas), el libro se titula Just Love. A Framework for Christian Sexual Ethics (Solo Amor. Un Marco para la Etica Sexual Cristiana).

En cuanto el libro vio la luz y lo pudieron leer las autoridades religiosas del Estado Vaticano se quedaron de piedra, sor Margaret aconseja en él cosas que sabe todo el mundo, pero a ciertos jerifaltes eclesiales no les resultan agradables, a saber:

Sor Margaret no desaconseja la masturbación, más que nada por conocer la propia sexualidad, sobre todo la de las mujeres para descubrir nuestra propia capacidad de placer "algo que algunas no han descubierto" (y lo peor es que tiene razón)

Dice que la homosexualidad es tan respetable como cualquier otra opción sexual y que lo normal es que el ser humano pueda elegir su sexualidad en libertad.

Y por último pone en entredicho la indisolubilidad del matrimonio.

Le faltó tiempo a la curia de Roma para poner en marcha su perverso mecanismo de desautorización y represión, su Congregación para la Doctrina de la Fe, si si, eso que antiguamente era más conocido por "Santa Inquisición" (en su nombre completo siguen figurando estas dos palabras) y que hace no mucho hubiese enviado a sor Margaret y a su libro a una terrible hoguera donde las llamas apagarían durante siglos, el pequeño faro que encendió esta mujer en el seno de un organismo oscurantista a más no poder.

Se preocupan, y mucho, el Papa y sus secuaces, de desautorizar a la monja (cosa en la que no carecen de experiencia) y de contarnos que lo que ella dice no es cierto, que no es lo que dice el catecismo (que como sabemos los que nos hemos tomado la molestia de leerlo, es pura ciencia y empirismo). La cosa va más lejos, y claro, como hoy queda feo colocar a sor Margaret encima de una pira de leña y meterle un cerillazo le piden que se retracte públicamente (como con Galileo, mira tu. No se preocupe sor, retractese, si los demás ya sabemos la verdad y quien tiene la razón, después suelte un latinajo al estilo de eppur se muove y dentro de quinientos años, tenga la seguridad de que algún papa le pedirá perdón), evidentemente los alumnos de esta monja han perdido posiblemente a una buena profesora que les enseñaba una ética cristiana bastante más verídica que la que el Vaticano pretende que sea enseñada.

A la vista de estas cosas ¿como puede haber gente que sigue creyendo a pies juntillas en un catecismo que parece elaborado por y para idiotas?

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