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sábado, 16 de febrero de 2008

Cameron McWillians

Cameron era un niño inglés de diez años, inteligente y estudioso, los otros niños, en el colegio, se burlaban de él por un motivo muy concreto: quería ser una niña. Sus padres eran comprensivos con él y le permitían usar ropa interior femenina en algunas ocasiones. Le prohibían, cosa normal a esa edad, usar maquillaje. Hacía dieciocho meses que los padres habían descubierto sus tendencias.

Dictamen del forense: "era un niño muy infeliz por no poder hacer cosas de niñas".

Le pregunto a Lia que piensa de Cameron:

"Con doce años no ganaba para sopapos de mi padre, según decía "el mariconeo se me sacaba a hostias", a los trece tuve que saltar una tapia para librarme de un grupo de chicos del colegio que me estaban moliendo a palos "por maricón". Me pasé un montón de tiempo pensando que yo era la "defectuosa". A los diecisiete cogí casi todas las pastillas que había en casa y me fui a un campo lejano del pueblo a tomarmelas, me desperté en un hospital, me había encontrado la Guardia Civil. Mi padre me dio la tunda de mi vida "por maricón". Decidí marcharme de casa, robé algo de dinero a mis padres y me fui a Ibiza (creía que era lo más libre que había)..."
Después se echó a llorar, en silencio, la abracé y le pedí perdón por recordarle todo aquello, por recordarle de golpe toda una vida de penalidades por sentir que es una mujer.

¿Aprenderemos algún día a tolerar y comprender a todos?.

¿Qué pensará de algo así la iglesia oficial, el Vaticano? ¿un niño de esa edad lo hace por vicio? ¿es un pecador? ¿que pensarán los políticos que pretenden negar el pan y la sal a los que tienen/tenemos opciones sexuales diferentes a la mayoría?.

Descansa en paz Cameron, y que donde estés tengas, con creces, lo que se te negó aquí.