He visto un montón de muebles pretendidamente diseñados para la practica del sexo. Les llamaban muebles. Yo, en algunos casos, más bien les llamaría aparatos de tormento. Hay uno al que le tengo una manía especial, lo usé con un cliente que lo tenía en su casa y fingí divertirme pero, la verdad, no me gustó nada. Al día siguiente cuando vi un montón de marcas y cardenales por mi cuerpo menos aún.